Notícies de la Casa pairal dels mallorquins. Pregar a la Cambra santa. Teologia i espiritualitat de la Moreneta de Lluc.

miércoles, 17 de febrero de 2016

Evocant la pau de Lluc, anys enrere

Fa 67 anys que el P. Rotger, msscc, va escriure aquestes pàgines sobre la pau i l’assossec de LLuc. Les circumstàncies han canviat, tanmateix, en molts moments del dia, sobre tot a l’hivern i l’horabaixa, la calma segueix regnant en aquests paratges lluquers.

La literatura de l’època no es la d’avui. Els gusts canvien. Com ha canviat la grafia del topònim Lluc. Però el conjunt irradia una atmosfera que no fa cap mal  de reviure.

A l’època, l’any 1949, no es podia ni pensar escriure en mallorquí. La censura franquista atropellava qualsevol intent de fer-ho. Temps infausts.

La Font Coberta, lloc emblemàtic en el conjunt de Lluc
Escribimos en Lluch, por gracia, que consideramos extraordinaria, de la Moreneta. Deliciosamente sentados sobre una piedra no muy lisa en el “Camino de los misterios”, asomado al “Clot d’Aubarca” con el “Puig Roig” por respaldar soberbio y fortísimo. Escribimos en las primeras horas de la mañana, mientras la brisa fresquísima y juguetona pasa acariciando el rostro, y llegándonos al corazón.

Escribimos en Lluch y podemos asegurar que Lluch es un remanso de paz, un oasis de tranquilidad y sosiego en ese mundo agitado y en esforzada ebullición. Aquí la paz reina, como una luz muy suave que se cuela callandita (calladita?) por las rendijas del alma, y las conquista fácilmente y no le cuesta gran cosa trocarlas a todas en humildes y fieles vasallos.

A los primeros contactos, al resplandor de los luceros o al dulce y reposado son de las fontanas, nos acercamos al palacio de ese reino de paz para pedir el derecho de ciudadanía. Ya que no sabemos decirlo como él lo dijo, nos hacemos nuestras sus palabras.

Despiértenme las aves
con su cantar sabroso no aprendido;
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
el que al ajeno arbitrio está atenido.

Aquí estamos al servicio de la Reina de Mallorca, y Ella, cariñosa y maternal nos depara esos días de descanso y solaz muy apetecido, cabe su trono de rocas a la sombra de su castillo enriscado.

Y conste que pocos acontecimientos logran enturbiar el encanto de esos parajes y alterar la quietud de esos bosques. Si llega un coche, haciendo resonar la bocina, pronto se decide a callar como contagiado de la quietud grávida de este valle. Tal vez es una peregrinación que irrumpe con avalancha de cánticos y de risas; pero ni tan siquiera la muchedumbre logra turbar la placidez que aquí se respira. Hemos tenido ocasión de verlo estos mismos días, para poder decirlo por experiencia propia.

Escolania del Blauets l'any 1936
La misma algarabía que levantan suena a nuestros oídos como el balar de los corderos, o el murmurar de las fontanas… Y los hemos visto derramarse por los alrededores del Santuario, buscando la caricia de una sombra y el refugio de una fuente, para despachar las bien surtidas cestas y mochilas en la unión de los corazones y de las almas, con un apetito que es otra gracia de la Virgen Morena.

Parecían las estrofas de una poesía bucólica, hechas realidad.

Unos niños de Escorca

Porque aquí la calma y el sosiego es generoso y dadivoso hasta el derroche. Las fontanas bulliciosas que prodigan el agua sin cesar, que la sueltan retozona y despeinada por un cauce formado en áridas piedras, son un símbolo. Símbolo que ya entendió Cuadrado: “Ama els penyals –d’hont brolla l’aigua viva- que son de gràcies manatial”. Ya que sin duda quiso la Providencia escoger estos benditos parajes de Lluch para trono de la Reina Morena de Mallorca, para que todo fuera invitación a la piedad y a la plegaria.
           
El peregrino acude a la fuente cristalina de Lluch para apagar la sed, pero también para lavarse las manos, para humedecerse los labios y aún para refrescarse las sudorosas sienes después del largo caminar.  Y lo comporta la fuentecilla con dulce caricia de frescor, y un suave besuqueo de cariño. Pues que no es solamente la gracia extraordinaria y el perdón de las grandes ofensas lo que María otorga a sus hijos, si que igualmente el consuelo de las penas íntimas y el alivio de las pequeñas contrariedades que a fuerza de su repetición nos causan trastorno. Es la madre que atiende y cuida, pero vela también por nuestro sueño y nos mima dulcemente.
           
Y el que vive en Lluch debe contagiarse de esa misma prodigalidad y benevolencia de su Soberana. Por eso nos encanta el gesto de esas buenas gentes que rodean su heredad al responder tan magníficamente a la invitación del Prelado a favor de los necesitados con motivo del Congreso Mariano que acaba de transcurrir. Escorca es tal vez la parroquia más pequeña de Mallorca, pero fue grande su generosidad. Sin duda que muy pocas pudieron alcanzarla, ninguna superarla. Mas la ofrenda no perdió ni podía perder el carácter eminentemente lucano.

Corderitos cogidos al vuelo mientras triscaban por los montes, aceite puro, transparente, elaborado en sus molinos, carbón que se formó a la sombra tupida de los encinares. Con qué garbo efectuaron la ofrenda los niños para ello designados; aquel levantando sobre la frente, en lo alto, con empaque campesino, la espuerta del carbón; aquella, morenita como la Virgen del Camarín, ladeando ligeramente el talle, para descansar en la cadera el ánfora del aceite, y la otra, rubita y ahilada, que también hay alguna niña rubia en  Lluch, estrechando sobre el pecho, un pequeño corderito.

La neu incrementa la sensació de calma en el lloc
Y el rosario no se interrumpe

Unos días que pasamos en Lluch con frecuentes visitas a la Moreneta, celebrando a diario en su altar, cabe su trono. Y podemos asegurar que el desfile de peregrinos es constante, sin interrupciones. Sabemos que siempre ha sido así; pero también aseguramos que ahora más que antes, y más que nunca. La vuelta de la Virgen de Lluch por todos los pueblos de Mallorca ha despertado nuevos entusiasmos y ha enfervorizado incluso corazones que ya parecían enfriarse en la fe. Y han subido a Lluch, y siguen subiendo, uno a uno, que es como quien dice gota a gota, o en grupos o en tropel, como si dijéramos en aluvión. Incluso de los pueblos más alejados del Santuario, y que disponen de pocos medios de locomoción, y que tal vez por ello nunca visitaron al Santuario y hogaño sí. Nos ha conmovido su razón: que la Virgen dejó entre nosotros una huella profunda de añoranza y ya no podíamos estar sin venir a verla… Por eso, en  postrándose de rodillas a su presencia no tenían sino una palabra dicha con voz baja: mumareta. Y bastaba… Eran los hijos en añoranza de la Madre que vienen a verla y se van con ganas de volver.

¡Si pudiera quedarme unos días más!

No se interrumpe el rosario de los romeros que escalan los montes altísimos de Lluch para venerar a su Madre. Y tampoco se interrumpe el caudal de gracias que del corazón de tal Madre brota sobre Mallorca.
           
¡Benditos los pueblos que tienen su Madre!


L. Rotger, msscc


(Revista Lluch. Juliol de 1949. Núm. 346, pàg.145-147)

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